domingo, 11 de noviembre de 2007

El alcohol provoca ceguera, o era otra cosa...

El otro día deje mi cazadora encima de la barra de un bar junto a otro montón de cazadoras, y poco a poco la gente fue cogiendo sus cazadoras hasta que solo quedaron dos, la mía y la de un pavo. A eso de las cuatro llego el pavo en busca de su cazadora, revolvió las cazadoras (las dos únicas que había). Venia, las revolvía, yo las recolocaba, miraba en el suelo, se iba y volvía, todo en esto en un bucle de unas diez iteraciones por lo menos. Hasta que al final la pequeña neurona que andaba por su cabeza se dio cuenta de que su cazadora había estado ahí en todo momento. La gente a esas horas de la noche andas como zombies, sería mejor que no dejaran las cazadoras en ningún lado, algún día van a perder hasta la cabeza.

1 comentario:

Pedro dijo...

Pues yo no sabía que una cazador daba pa tanto, jooooooooooooooooooooder.